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lunes, 17 de diciembre de 2012

CAPITULO 6, LA ETERNIDAD SERÍA MI CONDENA

Que mi vida se había convertido en una locura constante era lo único que tenía claro momentos después de despertar en el bosque en un completo silencio que me asustaba. Recordaba perfectamente el intento de acabar con cada uno de aquellos policías que escondían la intención de dispararme sin saber que podría haberles quitado la vida con mi simple mirada y todos los recuerdos acabaron en el momento de entrar a casa de Vanesa. Llegue a pensar que había muerto y que mi alma caminaría por los bosques donde me convertí en el mayor monstruo de todos los tiempos, pero mi constantes ganas de querer seguir en el mundo real, me llevaron a recordar que mis padres habrían vuelto y aunque sabía que en el primer momentos de entrar en casa mi garganta ardería, tenía que correr ese riesgo. Recorrí el bosque entero en un tiempo tan corto, que incluso fui capaz de sentir que la luz del sol era inferior a mí.

El coche de mis padres estaba en la entrada de mi casa, podía oler el perfume de mi madre que tanto resaltaba, incluso escuchar su lenta respiración, pero no había ningún sonido más y se me hizo realmente extraño tanto silencio. Abrí la puerta de mi casa y pude ver los cuerpos de mis padres tirados en el suelo y lo primero que pensé fue en la gran posibilidad de que los hubiera matado con mis propias manos, pero en aquel mismo instante Jesica y Abel aparecieron con sus rostros pálidos, esto hizo de aquella situación algo más extraño.

-Hola Sofía, hemos venido para ayudarte, con nosotros puedes estar tranquila, no somos como los demás-dijo Jesica con la intención de hacer aquella situación mas comprensible.
-Sabemos cómo te sientes, lo confusa que estas, pero ahora solo tendrás que escuchar con atención, siéntate y deja de centrarte en el ardor de tu garganta- me exigió Abel.

Me senté y aunque mi fuego interno comenzaba a encenderse, sabía que no escucharles traería malas consecuencias.

- Se que desde el mismo instante en el que has despertado hoy por la mañana en tu habitación has notado como ya no eras la misma y has sentido como toda persona viviente era inferior comparándola con la belleza que sentías que podías transmitir. Pero todo eso, comenzó en aquella fiesta y sé que no recuerdas nada, pero aquella sexta copa de whisky, hizo que tu viejo amigo Jon y tú, os acercarais de tal manera comenzasteis a besaron sin control, sin pausa- comenzó diciendo Jesica y pude sentir como le costaba continuar hablando sin mostrar cara de desesperanza.
-Aquellos besos hicieron que os fuerais a los alrededores de los bosques, un lugar discreto, donde nadie pudiese veros. Nosotros habíamos oído hablar del lamentable trato que daba a todas las mujeres con las que se juntaba y se rumoreaba que una joven tuvo de asistir a distintos sicólogos para superar su trauma después de haber pasado una noche con él. A causa de esto, mas tarde, decidimos buscaros y no fue difícil, porque un gran olor a sangre recorría el bosque entero y esto nos llevo a ti- dijo Abel reflejando la lastima en sus ojos. Esa sensación de sentirme superior fue desapareciendo lentamente, empezando a sentirme estúpida.
-Te encontramos entre las plantas, perdías muchísima sangre y podíamos ver como ibas perdiendo la vida lentamente, él te forzó, quería sexo y tu lo rechazaste, eso llevo a la violación y a una dura agresión que te habría quitado la vida si no hubiese sido porque te convertimos en lo que ahora eres,  
UNA ADICTA A LA SANGRE, UNA VAMPIRA.

Tres segundos fueron suficientes para romper la primera ventana que encontré y salir en busca de aquel maldito sicópata con el que había compartido parte de mi infancia. Jesica y Abel me perseguían pero no dejaría que me parasen en el acto de acabar con él. Cuando llegue al edificio, escuche un grito que hizo que cambiase de opinión.
- EN ESTOS MOMENTOS DEBERIAMOS ESTAR UYENDO DE ESTE PUEBLO, ANTES DE MORIR PARA TODA LA ETERNIDAD.

   

lunes, 10 de diciembre de 2012

CAPITULO 5; DESCONTROL

Nunca antes había llegado a sentir semejante alivio y adrenalina comparando con el momento de morder el tentador cuello de aquel señor. Mientras el coche sobre el que estaba arrancando el alma a un pobre inocente se estrellaba y sentía el miedo a la muerte de la persona que lo conducía, mi sensación de libertad aumentaba a limites inexplicables. Ni siquiera era consciente de que acaba de cometer un crimen, hasta que observe como un grupo de policías me apuntaba con sus armas protegiéndose detrás de sus coches. Trataban de mantener la calma, pero yo era capaz de ver el interior de cada uno de los presentes y sentir su incontrolable terror.

Fue todo muy rápido, pero recuerdo claramente como mi garganta volvió a arder de tal manera que aquella fuerza fue capaz de apoderarse de mí, provocando subiera a la azotea de un edificio mediante un simple salto y continuase corriendo sin apenas tener tiempo para respirar y reflexionar sobre la enorme gravedad de aquella situación. Mis oídos escuchaban cualquier insignificante sonido y esto me permitía medir la distancia que me separaba del grupo de policías. Era igual de rápida que el viento, ni siquiera me daba tiempo de pensar en la gran cantidad de edificios que había recorrido en un tiempo muy limitado, pero sin duda, lo más divertido era percibir el triste final que les esperaba a cada uno de ellos. Todo eso era un simple juego para mí, con final trágico.

Decidí acabar con aquella escena en el primer callejón que encontré y fue realmente fácil saltar hasta el suelo sin sentir el más mínimo dolor, mi fuego interno estaba a punto de acabar. Los 6 policías aparecieron desde lados opósitos de los callejones, tal como lo había planeado, pero no estaban solos, cada uno de ellos llevaba a su lado una niña pequeña, con los ojos llenos de lágrimas, trataban de acabar con mi furia. Uno de los policías, llamado Mario, era un íntimo amigo de mi padre,  y se dirigió a mí con la mirada firme:

- En que te has convertido Sofía? Matar no va hacer que los problemas desaparezcan, estas comportándote como una maldita loca y yo sé que no eres así, esto no vengara la muerte de tu hermana- dijo con un tono realmente serio.
- De verdad me estas preguntando en lo que me he convertido Mario? Podrías responder tu mismo a esa pregunta, tu simple tono de voz te delata, en estos momentos, soy tu mayor terror- grité sin apartar la mirada de ninguno de los policías y sentiendo más y más ganas de acabar con él, cuando nombró a mi hermana.
-Si intentas hacernos daño, estas pobres niñas pagaran las consecuencias, no lo dudaremos en ningún momento- gritó Mario, tratando de convencerme.

Aquella conversación fue en vano, mediante mi agilidad ataque a uno de los policías, empujándolo de tal manera que se quedó inconsciente, acto seguido sonaron los disparos, creándome una gran alteración por mucho que pudiera ver las balas lentamente acercándose. Sin pensarlo dos veces, desaparecí de aquel lugar, todavía no era capaz de saber si mi cabeza sería capaz de aguantar un disparo.  Se me hizó imposible quitarme el sentimiento de  sangre de la cabeza, era algo tan superior y incontrolable. Al llegar a casa de Vanesa con un fuego interno increíble, sus palabras fueron claras:
-TODO EL PUEBLO HA VISTO COMO BEBÍAS HASTA LA ÚLTIMA GOTA DE SANGRE DE UN INOCENTE-susurro con una voz que me creó un escalofrío infinito.



                

martes, 4 de diciembre de 2012

CAPITULO 4; JAMÁS PENSÉ QUE SERÍA CAPAZ DE BRILLAR

Los rayos de sol hicieron que despertara en la cama de mi habitación. Al abrir los ojos, tuve una sensación tan diferente que llegue a pensar que era otro de los sueños tan extraños que había comenzado a tener desde el fallecimiento de mi hermana. Todos los intentos fueron inútiles al intentar rememorar la anterior noche,  todo acaba en el momento de servir mi sexta copa de whisky, por mucho que torturase mi cabeza, lo había olvidado todo, para siempre. Simplemente la ventana de mi habitación estaba abierta y yo no conseguía reconocerme a mí misma. Todas esas sensaciones se transformaron en asombro al ver mi rostro frente al espejo, mis ojos azules relucían de manera extrema y nunca antes me había sentido tan hermosa y afortunada, pero mi garganta ardía, sentía una gran necesidad de algo que ni siquiera sabía.

Puede que Vanesa tuviera las respuestas de lo ocurrido en aquella fiesta, por tanto, me prepare lo más rápido posible y me dirigí a la cocina para comer algo y por muy poco que lo necesitase, sabía que me daría fuerzas en aquella mañana inesperada. Nada mas comer el primer trozo de un pastel que mi madre me había preparado, me vi en la gran necesidad de ir al baño para expulsarlo y el ardor de mi garganta comenzó a aumentar.

De camino a casa de Vanesa, pude notar la gran atracción de los hombres hacía mi en sus ojos. Era el centro de atención de las calles de Oslo y aunque no comprendía nada, no paraba de observar la gran necesidad que tenían se continuar observándome en sus rostros. Yo era lo que iluminaba aquellas calles, brillaba.

Para acortar el trayecto a casa de mi fiel amiga, pase por una calle donde simplemente caminaba un hombre con uniforme. Todos mis ardores de garganta se quedaron atrás, cuando alcanzó la misma temperatura de la de un incendio.

-Tus ojos me llaman mucho la atención- me dijo con una mirada interesante.
-Que les pasa?- susurré con gran esfuerzo.
-Juraría que eran de color azul segundos antes de que te acercaras, pero ahora son rojos, incluso has dejado de parecer inocente- dijo con una gran sonrisa que no me agradó en absoluto.

Escuche el ruido de un coche que se acercaba y note que algo extraño sucedía en mi boca, mas tarde me sentí la persona mas ágil y poderosa del universo. Fue entonces cuando abalancé aquel hombre hacía aquel coche que se aceraba, mientras mordía su cuello y el coche se estrellaba contra la cristalera de un comercio.

AQUELLA SITUACIÓN SOLO LA DEFINÍA UNA PALABRA, SANGRE

                   

sábado, 1 de diciembre de 2012

CAPÍTULO 3; Cuando abrí los ojos el dolor que sentía era infinito

Hay momentos en las vidas de las personas donde pueden destacar uno de sus momentos mas dolorosos, pero todas esas personas se quedaban extremadamente insignificantes frente al dolor que sentí al abrir los ojos. Mi cuerpo entero ardía, notaba mi cuerpo en llamas, ni siquiera me quedaban fuerzas para gritar, las pocas que me quedaban las utilizaba para continuar respirando, con una gran dificultad.

Estaba tumbada, el suelo estaba húmedo y estaba rodeada de árboles, lo único que me iluminaba era la luna llena. Mis manos sangraban, pero eso no me aporto preocupación. No tenía duda de que esa sería la última vision de tendría antes de morir y en esa situación, pensarlo me ofreció hasta tranquilidad. Siempre he destacado por luchar hasta el final, dar todo lo que tengo hasta conseguir aquello que quiero y me sorprendió el hecho de haber perdido las fuerzas de seguir en esta vida, ni siquiera pensar en mi hermana me aportaba esfuerzo.

En medio de esta interminable tortura, pude apreciar el sonido de dos personas y fue realmente impotente no poder gritarles ayuda. Aquel ruido se fue acercando, venía desde lo mas alto, se aproximaba de una manera extremadamente rápida, entonces dos rostros saltaron desde el punto mas elevado de aquel árbol. Todo era tan irreal, hasta que pude observar dos rostros pálidos, tan blancos como la nieve, no tenía ninguna duda de que eran Abel y Jesica.

-Aún no es suficiente, podría fallecer en cualquier momento-dijo Abel con voz angustiosa.
-Sobrevivirá, podría oler su coraje y fortaleza desde la otra punta del mundo.  Ha tenido una vida muy dura, no merece morir de esta manera, después de tanto sufrimiento, no lo permitiré- dijo Jesica, con la voz llorosa.

En aquel mismo instante, mi cuerpo ardió de tal manera que vi como mis ojos se convertían rojos en el reflejo de los de Abel.

Se acerca el momento, ahora su vida cambiara para siempre- susurro Abel, segudos antes de que mi cuerpo dejara de arder.

-LOS RAYOS DE SOL HICIERON QUE DESPERTARA EN LA CAMA DE MI HABITACIÓN-


martes, 31 de enero de 2012

Capítulo 2 ; Diferentes, como el cielo .

Durante la fiesta todo estaba saliendo perfecto. Era todo tan impecable, había buena música, un excelente decorado, una pista de baile con una impresionante iluminacion, gente realmente elegante y bebida para olvidar durante unas oras quien eres, y sentir que puedes brillar. Jesica y Abel, eran sin duda las personas que mas destacaban, la gente no paraba de acercarse a ellos, era como si necesitasen su presencia. Me había ido descontrolando a lo largo de la noche, hacía tiempo que me sentía tan libre, no podía parar de bailar. Ya no era la misma, había cambiado, me movía diferente, ya no era la triste Sofia, que había dejado de sonreir.

Jon, amigo de la infancia, había estado a lo largo de la noche observandome, hasta que acabó viniendo a donde mí. Si lo que quería ofrecerme era comprensión o nostalgia, podía ahorrarse esa perdida  de tiempo.
-Sofia, hacía meses que no te veía. Estas espectacular-dijo mientras me besaba en la mejilla.

-Hoy no es día para lamentarse, o eso es lo que me decías hace tiempo-dije con una amplía sonrisa en la cara.

-Ya no se te ve el pelo, echo de menos esas tardes. Siento lo de tu hermana . . .-aquello fue suficiente para terminar la conversacion, le tape la boca con los dedos, y entonces me dirigí a por la sexta copa de whisky.

Mientras el whisky caía lentamente sobre mi copa, todo se convertió frío, la gente se había congelado,  todo había desaparecido, estaba sola. Era lo mas diferente que había sentido nunca, me faltaba el aire y se me hacía imposible respirar. Entonces sentí una presencía, no estaba sola. Eran Jesica y Abel. Abel tenía el rostro completamente pálido, sus ojos eran grises y tenía el pelo rubio castaño y sentía que lo necesitaba. Era tan hermoso como Jesica, su rostro era igual de pálido, tenía el pelo completamente rubio y ojos azules cristalinos, acaparaban toda mi atención. Los dos me atraían demasiado como para quitarles la vista, era algo químico, se apoderaba de mi.
Todo terminó cuando sus ojos cambiaron de color, y se convirtieron rojos, tan rojos como el rubí, más tarde sentí que algo me atravesaba, era un dolor inmenso, pero para cuando quise gritar mis ojos se habían cerrado. No recuerdo haber vuelto a aquella fiesta.

-CUANDO ABRÍ LOS OJOS EL DOLOR QUE SENTÍA ERA INFINITO-

domingo, 29 de enero de 2012

Capitulo 1 ; Se han terminado las lágrimas.

Sofia, si ese es mi nombre. Probablemente sea la adolescente mas normal de todos los tiempos. Tengo una larga melena morena, unos ojos azules como el zafiro y soy tan vergonzosa que apenas puedo hablar delante de la gente, tengo pánico a relacionarme  y aunque detesto esta faceta de mi personalidad, sabía que me protegía el ser tan distante. Vivo en Arosa, el pueblo donde antes anochece de toda España.

Acababa de vivir probablemente el peor año de toda mi vida, se me habían acumulado tantos problemas, tantas sensaciones a la vez. La muerte de mi hermana Claudia había marcado mucho mi vida, había creado en mí tantas inseguridades. Como una persona de 23 años, con una vida estupenda ¿había decidido desbordar su vida por la ventana desde el septimo piso de un hotel? Eran tantas preguntas sin respuesta y por mucho que las buscase, cada día me parecía todo mas irreal, sentía que me volvía loca. Todo esto lo había ido superando con el paso del tiempo, asimilando su ausencia, con ayuda de una de la psicologas mas prestigiosas del pueblo y mi preciada amiga Vanessa; me había sido de vital ayuda su apoyo, compresion y sonrisa. Si no hubiese sido por ellos, seguramente no habría levantado nunca cabeza y seguiría el mismo camino de mi hermana.

Comenzaba un nuevo año, primero de bachillerato prometía ser el mejor año, lleno de nuevas experiencias que saborear y todo esto, comenzaba hoy, en la fiesta de princpio de curso, estaba tan ilusionada que el simple hecho de pensarlo revolvía mis tripas. Además mis padres habían decidido pasar el fin de semana fuera, por tanto las espectativas eran tan motivantes que una sonrisa cruzaba mi cara cada vez que lo recordaba.

Esta seria la primera vez que saldría por la noche en este pueblo. La verdad es que siempre habían recorrido leyendas sobre Arosa, cosas terribles y todas estas leyendas se reducian a los mismo: la sangre. Es por eso, por lo que mi madre había intentado que saliese lo menos posible, por mi seguridad, ya que la muerte de Vanessa les había creado la necesidad de protegerme cada minuto, pero mis 16 años les había hecho cambiar de opinión.

Para cuando me vestí, con un vestido rojo y unos zapatos negros de tacón, me peine y me preparé, eran las 8 de la noche, hacía tanto tiempo que no me miraba al espejo y sentía que relucía. Vanessa estaría por llegar. Así fue, me recogió y nos dirigimos al bosque donde nos esperaba una noche llena de sorpresas, una noche inolvidable.

Mientras caminabamos tuve una extraña sensación, todo se había quedado frío, notaba una presencia y me pareció ver tras los árboles unos ojos tan rojos como la sangre, que crearon un escalofrío inmensio en mí.

   Comeduras de cabeza, esta noche nadie prodría arruinarla.